lunes, 11 de marzo de 2013

La Biblioteca del Ateneo Popular


La Biblioteca que desde el primer momento formó el Ateneo Popular de Santander fue la "niña bonita" del mismo. No sólo se trataba de un servicio a los socios, era, la seña de identidad del Ateneo, más que las excursiones, las clases o las conferencias, la creación de una biblioteca que pudiera, no sólo dar respuesta a las demandas de los socios, sino ofrecer la posibilidad de servir las necesidades que pudieran surgir en su proceso de formación a los alumnos de las clases.

Tenía una característica esta biblioteca, a pesar de que ya funcionaba entonces y no lo hacía nada mal, la Biblioteca Municipal, quizá en aquellos años todavía demasiado ensimismada, elitista y de entretenimiento. Los fondos de la Biblioteca de nuestro Ateneo no tenía nada que ver con las dos privadas más importantes  del momento, la del Ateneo de Santander y la del Círculo de Recreo, dedicadas fundamentalmente al entretenimiento y la información diaria.
Recientemente se ha catalogado la del Club de Regatas y se han descubierto unos fondos que no se sospechaban. Es posible que estuviera, en su momento, a la altura de las dos anteriores, pero hoy, dada la distinta suerte que han tenido aquellas se puede decir que, en el ámbito privado será la segunda, detrás de la del Ateneo de Santander.
Volviendo a la del Ateneo Popular, hay que destacar que en ella los fondos que llegó a tener y que en 1937 alimentaron las llamas de una pira formada en la calle Pedrueca, víctima de la "inteligencia" de las fuerzas rebeldes, no fueron nunca comparadas con ayudas de instituciones, sino donadas por particulares o entidades, y compradas directamente por el Ateneo.
La suscripción a la Enciclopedia Espasa (comentada en la entrada del 15 de marzo de 2.010) marca la diferencia con las demás. Supuso un coste fijo todos los meses, pero un coste que la Directiva consideró justificado, concepto que los actuales gestores de la "cosa pública", enemigos naturales de instituciones como el Ateneo Popular de Santander, no entienden.

lunes, 4 de marzo de 2013

Medios digitales


Además de las múltiples ventajas sociales que ofrece la red de redes, el mundo de internet ha revolucionado las formas de acceder a la información que se conserva desde hace años o siglos en diferentes puntos del planeta.
La posibilidad de consultar publicaciones o documentos de archivos distantes cientos o miles de kilómetros de nuestro lugar de residencia habitual. El contacto entre personas interesadas en los mismos temas, pero que no se conocen personalmente y, posiblemente, no lo hagan nunca. En definitiva, la globalización (en este caso enormemente positiva) del acceso a la información ha facilitado el trabajo de profesionales de diferentes oficios y la posibilidad de desarrollar sus intereses a aficionados a las más diversas cuestiones.
Entre las opciones que nos ofrecen las instituciones españolas están dos especialmente interesantes:
Los catálogos de la Biblioteca Nacional de España, entre los que se encuentran la BIBLIOTECA DIGITAL HISPÁNICA, la HEMEROTECA DIGITAL HISPÁNICA, la BIBLIOTECA DIGITAL DEL PATRIMONIO IBEROAMERICANO o los ARCHIVOS PERSONALES Y DE ENTIDADES.
Por su parte el Ministerio de Cultura nos ofrece el PORTAL DE ARCHIVOS ESPAÑOLES (PARES), desde el que se puede consultar la ubicación de miles de documentos y la reproducción fotográfica de muchos de ellos.
Pues bien, en Cantabria, andamos más escasos. Sí es cierto que la mayoría de los archivos y bibliotecas públicos nos ofrecen la posibilidad de consultar sus catálogos (aunque en alguna ocasión de manera restringida y cicatera), pero se pueden contar con los dedos de una mano los que permiten acceder al contenido de los documentos.